viernes, 16 de marzo de 2007

Iniciación

A ti, mas ahora, más que nunca


La corona y el cetro sobre la mesa

observan

la capa sobre el lecho no es mayor haz

que tu piel alunarada

¡Cómo no convertirme en cuerpo!

En gota tibia, rodante bajando por tu espalda

En vaho que invade y sana

En halo de gloria detrás de tu cuello

He de levantar pendón

posarme a media rodilla

Mientras tus dedos descubren las areolas

Y los hipocampos dorados danzan en tu cintura

Así empezará Musa mía la ceremonia

Con la mirada perdida en el monte

Con un beso como una espada

En el semicírculo del viento

1 comentario:

Diego Alonso Sánchez dijo...

Al pie del monte

Al pie del monte
la brillante barba, la lasciva cabellera
brota
y se figura en bosque de crecida maraña,
de espinos y rosedal,
que trato de asaltar cada mañana.

Las quiméricas divinidades
cultivan sus pretensiones
en aquellos parajes
enrarecidos por la penumbra;
pero yo soy la luz con mis manos,
soy el mortal que no cree,
quien apunta al deseo siempre.
Por ello fugaz, por ello héroe,
cuando esparzo mi dorada saliva
y mi argentado sudor
sobre los cobrizos frutos de la salud
al expandir mis dominios
en la oscuridad de la fronda extendida.

Al pie del monte Sublime,
entre torrentes y bravatas,
también el mundo se derrama.

(Junio 2001)